No voy a abundar en conceptos pero es necesario reflexionar sobre nuestro distrito: La Matanza. Creo que, como en Siria, estamos bajo fuego.
Por Walter Fresco
El enemigo quiere probar su invencibilidad haciendo pata ancha en estos pagos. Saben que ganar La Matanza les daría chapa de vencedores sobre la nave insignia del peronismo, al decir de Diego, nos cortarían las piernas.
En estos dos años sufrimos el ninguneo institucional de la gobernadora y digo el institucional porque en términos políticos no hubo día en que no recibiéramos un ataque. Pese a eso el tándem que conduce el distrito, Fernando y Verónica, ha sabido cruzar el desierto sin cambiar el rumbo y, además, han podido instalar que La Matanza puede y debe estar definiendo las grandes políticas nacionales.
¿Qué hacer?
La realidad es que, pese a los avances, tenemos un distrito desequilibrado, donde el primer cordón crece al ritmo de una clase media emprendedora y pujante, y el tercer cordón se pauperiza porque las políticas del macrismo dejan sin trabajo legal a muchos, sin changas a los precarizados y sin comida en la mesa a los que ya estaban a la vera del camino.
Aunque este contexto no ayuda, todavía podemos pensar, podemos soñar y hacer que La Matanza empiece a cerrar la grieta interna del desequilibrio entre el primer cordón, de servicios y prestaciones abundantes, y el tercero con carencias históricas.
Un Fondo de Desarrollo del Sur, un fondo especial que, con el consenso de todos los actores sociales empiece a borrar fronteras, construir lazos y la armonía social y económica que pregonamos los peronistas.
Podemos crecer todos y esto beneficiaría a todos. Nuestros empresarios, productores y comerciantes deben ser persuadidos de las oportunidades que presentaría una Matanza equilibrada en su desarrollo y con un mercado posible de más de dos millones de vecinos.
La seguridad no es estrictamente un problema de número, aunque también lo es, es sobre todo un problema de justicia social, justicia social que vamos a recuperar con la unidad del peronismo. Justicia social que vamos a recuperar cuando los habitantes de los fondos de nuestros barrios dejemos de sentir que somos vecinos de segunda.